La ola de los movimientos feministas ha visibilizado profundas demandas por la equidad de género. Si bien en el mundo del trabajo y la empresa ha habido algunos avances, las desigualdades siguen muy presentes, lo que cobra relevancia a días de un nuevo 8M.
En el contexto mundial, Chile se ubica en la posición 57 (de 153) en el ranking del Global Gender Index, indicador realizado por el Foro Económico Mundial que estudia las desigualdades de género. Sin embargo, otras cifras del mismo reporte reflejan un panorama bastante peor: es 111 en cuanto a participación y oportunidades económicas de las mujeres.
En este contexto, destacan algunos de los pocos liderazgos femeninos existentes en círculos empresariales y que hoy encabezan gremios importantes y representativos de la actividad económica.
En PULSO consultamos a cerca de 150 gremios y asociaciones industriales y solo en 17 de ellos hay una mujer a la cabeza. Son pocas, pero lo tienen claro: es un tema de decisiones y voluntades.
“Hemos hablado de este tema durante muchos años y los avances en Chile son pocos”, dice Jessica López,
presidenta de Andess, el gremio de las sanitarias. A su juicio, esto se revierte con los “tomadores de decisiones”.
A juicio de López, hay dos ejemplos que dan cuenta de ello: el gobierno de Chile, iniciado por la Presidenta
Bachelet, y que desde 2014 hasta hoy ha decidido mantener un mínimo de 40% de mujeres en los directorios de las empresas SEP; y la Sofofa de Bernardo Larraín, que en los últimos cuatro años ha incorporado mujeres en st comité ejecutivo y a cargo de líneas de trabajo relevantes. “En ambos casos vemos que han sido definiciones de líderes con capacidad resolutiva. En las empresas en cambio, la cosa no avanza. Los “tomadores de decisiones” no lo han realizado. A lo mejor aún no están convencidos”, sostiene.
Una mujer entre hombres
La presencia de las mujeres en instancias de poder terminan marcando diferencias con los clásicos “clubes de
Tobby”.
“El mayor efecto que se ha viste con la incorporación de mujeres er altos cargos es que traen estos temas a la mesa, y aceleran la adopción de culturas organizacionales que valoran la diversidad, lo que a su vez es clave para la sostenibilidad largo plazo de las empresas”, dice Catalina Mertz, presidenta de la Asociación de Supermercados.
Katia Trusich, presidenta de la Cámara de Centros Comerciales, aporta otros datos: “En Chile, las empresas en el cuartil superior de mujeres en equipos ejecutivos tienen un desempeño financiero (Ebitda) 21% mayor y una rentabilidad 27% mayor; aquellas con 30% o más de mujeres en roles de liderazgo, reportan mejores resultados que las otras”, destaca, basándose en el reporte de indicadores de género en las empresas en Chile del Ministerio de la Mujer y Chile Mujeres de 2019.
La presidenta de Generadoras de Chile, María Teresa González, sigue la misma línea. “Los directorios presididos por mujeres presentan un mayor nivel de organización y efectividad”. Sobre la base de un estudio de la Universidad de Los Andes, plantea que las reuniones de directorio son más profundas cuando son presididas por una mujer y la experiencia de las empresas SEP significó un “triple shock de diversidad. “La inclusión de mujeres no solo aportó paridad de género, sino que también diferencias en los rangos de edad y formación. Y hoy, vemos que los desafíos para las empresas son cada vez más adaptativos. Esa diversidad es un activo muy valioso”.
Hay otras realidades mejores. Marta Diez, resalta que en la industria farmacéutica hay 49% de participación
femenina en la fuerza laboral. Pero sigue existiendo una dificultad de fondo: “Hay una traba importante que tiene que ver con poder compatibilizar la vida profesional y personal, en específico respecto a la familia. Se sigue asignando un rol a la mujer donde ella es la responsable de lo que pasa en el ámbito familiar y ese modelo debe evolucionar”.
Hacia otro modelo
¿Cómo revertir este escenario? María Isabel Aranda, presidenta de RedMad, destaca las experiencias del Reino
Unido, Suecia (primer país del mundo en declararse feminista), España y Noruega, donde la tasa de participación laboral femenina es 67,2%, muy cercano a la masculina (72,9. Para ello, Aranda explica que ese país tomó la decisión de asumir el tema como un asunto de Estado, “invirtiendo en buenas redes de jardines infantiles que han permitido que hoy el 90% de los niños reciban educación preescolar (…) posee un posnatal para padres y políticas de protección laboral que garantizan los derechos de trabajadores y sus familias”.
En Chile, en cambio, Francisca Júnemann, de la Fundación ChileMujeres, advierte que “tenemos leyes que
encarecen y desincentivan la contratación de mujeres”, como la Ley de sala cunas. Además, “mantener sin
reformar el artículo 203 del Código del Trabajo es especialmente preocupante ante el golpe de la pandemia, donde las mujeres tienen un nivel de desempleo mayor y más contratos suspendidos”, concluye.
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Fuente: Pulso de La Tercera (prensa escrita)